Por: Joan Lanzagorta
En la primera parte (la semana pasada) hablamos de que para lograr ahorrar de manera exitosa tenemos que cambiar nuestra conducta de raíz, es decir, partir de nuestra propia escala de valores con el fin de encontrar aquello que más nos importa. De esta manera, tendremos objetivos concretos que nos darán una motivación para lograr establecer este hábito.
También hablamos del concepto de pagarnos primero a nosotros mismos; siendo que estamos ahorrando para algo que es muy importante para nosotros, entonces debe estar hasta arriba en nuestro presupuesto. El dinero que ganamos debe irse, en primer lugar, hacia ese objetivo y sólo después, a todos los demás gastos.
A continuación ofrecemos otros consejos que nos pueden ayudar:
1. Abrir una cuenta exclusiva para nuestros ahorros, con el fin de mantenerlos separados de la cuenta que utilizamos para manejar nuestros gastos. Puede ser una cuenta bancaria o una sociedad de inversión, pero en todo caso debemos buscar un rendimiento competitivo contra la inflación, ya que, nuestros ahorros perderían poder adquisitivo y valdrían menos con el tiempo.
2. Visualizar constantemente las metas que nos hayamos trazado. Como hemos comentado, los objetivos que uno se fija son la motivación más importante que tenemos para ahorrar.
3. Elaborar un presupuesto personal escribiendo nuestros ingresos netos disponibles (después de impuestos), nuestros gastos fijos (renta, teléfono, luz, etcétera) y variables (alimentación, transporte, ropa, diversiones, seguros). Esto nos ayudará a ver con claridad nuestra situación financiera personal y a identificar nuestro patrón de gasto. Seguramente, en algunos rubros estamos gastando demasiado y es importante determinar por qué.
No está mal gastar más que otras personas en determinadas cosas, si esas cosas nos interesan a nosotros. Lo que está mal es hacerlo de manera no consciente, sin control, de tal forma que nos impida alcanzar otras metas. Todo tiene que tener un equilibrio.
4. Llevar en la cartera la menor cantidad de efectivo que podamos. Si no vamos a comprar algo específico, planeado, tampoco llevemos tarjetas de crédito o débito. Así evitaremos hacer compras impulsivas o por antojo.
5. Tener una alcancía y depositar en ella toda la morralla que nos haya sobrado en el día (por lo menos las monedas de 10 pesos). Además de que es una forma muy práctica y sencilla de ahorrar, nos sorprenderemos gratamente de la cantidad de dinero que se puede juntar en poco tiempo.
6. De vez en cuando, podemos sacar un billete de 20 pesos o más de la cartera y guardarlo en un sobre especial para ello.
Seguramente no lo extrañaremos, ya que es dinero que de otra manera se nos iría en cosas sin importancia. Al final del mes, hay que depositar su contenido en la cuenta que abrimos para nuestros ahorros.
7. Llevar un estricto control de nuestros retiros en cajeros automáticos. Es mejor decidir cuánto dinero en efectivo necesitamos sacar por semana, y retirarlo sólo una vez. Debemos comprometernos a no hacer retiros adicionales.
8. Si en nuestra empresa ofrecen como prestación algún plan de ahorro, debemos inscribirnos en él y tratar de destinarle la mayor cantidad posible. Esto puede ser de gran ayuda, ya que generalmente el monto que elijamos nos es descontado por nómina, por lo que ya no contaremos de inicio con ese dinero. Además, en muchas ocasiones existen restricciones para realizar retiros, con lo cual evitaremos compras de impulso. Sin embargo, es importante verificar que ese plan nos pague intereses por arriba de la inflación, pues de lo contrario estaremos perdiendo dinero.
fuente: eleconomista.com.mx
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