El retorno de la construcción de viviendas a las grandes ciudades no es nuevo en el mundo, toda vez que existen dos corrientes de desarrollo urbano que van en esa línea: Compact City y Smart Growth.
Ambas corrientes buscan crear ciudades que prioricen el bienestar de sus habitantes al acercar a la población entre sí y con sus actividades diarias, así como recuperar la dimensión humana en la planeación de todos los servicios (en contraste con las ciudades creadas para los automóviles en varias partes).
El objetivo de ambos pensamientos es buscar que las ciudades sean centros compactos de convivencia donde se favorezca la movilidad peatonal y en vehículos no motorizados, los espacios públicos y las construcciones de usos mixtos.
El resultado esperado es una ciudad con fuentes de trabajo y escuelas cercanas a sus viviendas, con una mayor convivencia social e intercambio de ideas, con una mejor interacción con el medio ambiente, con un mejor estado de salud de sus habitantes, con menores tiempos de traslado, y con menor inseguridad a sus ciudadanos. Una ciudad con estas características tendrá una alta calidad de vida, por lo cual será una ciudad donde mucha gente quiera vivir.
El modelo francés
En el proyecto de La Confluence, que se planificó en la ciudad de Lyon, Francia, se busco recuperar una zona industria en desuso.
Aproximadamente 41 hectáreas, en una primera etapa, se destinarían a vivienda, oficinas, espacios públicos y transporte público.
En una segunda fase otras 35 hectáreas serían empleadas para vivienda, actividades terciarias, comercios y servicios, equipamientos públicos y vialidad.
Fuente: El Universal
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